- La crisis se enraíza en Haití, las bandas violentas campan a sus anchas y el primer ministro del país, Ariel Henry, ha acabado dimitiendo.
Desde el asesinato del presidente Jovenel Moïse, grupos armados han tomado el control de grandes zonas del país y ahora mismo «Haití es un país que se está deshaciendo físicamente por los terremotos, y socialmente por la pobreza y el crimen organizado», afirma Víctor Amado, profesor de Historia Contemporánea de la UPV-EHU.
Amado considera que es un «estado fallido en todos los sentidos», «un país con un horizonte complejo, casi imposible». La ayuda humanitaria internacional ha sido una constante en el país, pero «la gestión de esos recursos está en manos de la mafia gubernamental, policial y del líder de las pandillas que amenazan Haití».