POR José Inés Figueroa Vitela
El sábado es el Día Internacional del Agua.
En la víspera será su celebración, en torno de lo cual se desarrollará el Primer Foro Estatal del Agua, con la participación de autoridades de los tres órdenes de gobierno y organismos internacionales.
El Secretario de Recursos Hidráulicos para el Desarrollo Social RAÚL QUIROGA ÁLVAREZ, ayer dio santo y seña de los eventos y respondió preguntas sobre el diverso tema del agua a los periodistas, en conferencia de prensa.
Que si las presas, que el acueducto, las reservas y proyecciones, los traumas de la brutal sequía que concluyó el año pasado para el centro y sur del Estado, los distritos de riego y los compromisos internacionales.
La amenaza y el misterio, lo sigue siendo el Tratado de 1944 con Estados Unidos, que obliga a ceder las reservas internacionales, sin acabar de pagar la deuda acordada, como siempre, en condiciones desventajosas, vendiendo la idea de todo lo contrario.
En realidad el Río Bravo, con sus afluentes, pertenecieron absolutamente a la nación mexicana, entre otras corrientes tierra adentro de lo que hoy es Texas, hasta el río Nueces, a donde llegaba Tamaulipas y cuando se cedió el territorio hasta donde quedó, el fluido se conservaba.
El tratado del 44 dispuso de una cantidad “extraordinaria”, mil 850 millones de metros cúbicos de agua del río Colorado, a entregar por Estados Unidos en el estrecho de donde quedó la línea divisoria poniente con el golfo de California, contra “solo” 431.7 millones de metros cúbicos a entregar por esta zona del oriente.
Los términos del Tratado fueron manoseados por VICENTE FOX, cuando en su rancho de Guanajuato recibió al Presidente norteamericano GEORGE BUSH padre.
Ahí concedió tomar como parte del compromiso, las corrientes de ríos no incluidos en el acuerdo original, desconocer los pagos naturales en temporal -corrientes excedentes no aprovechadas- y la caducidad quinquenal de las deudas.
De esta manera la deuda se volvió impagable, además, por la alteración de ciclo de lluvias y el disparo del consumo con el crecimiento urbano e industrial a lo largo de la franja fronteriza.
Ello, entre otros vicios administrativos por los que nunca soobrará un “mea culpa”, en la concesiones y sustracciones ilegales, provocando la sobreexplotación de la cuenca aguas arriba.
En ese escenario, mientras en Texas, depósitos y canales aparecen rebosantes con sus campos verdes, bien regados, acá la falta de agua ha ido modificando cultivos y restando rendimientos.
Las presas aparecen diezmadas y en no pocas ocasiones, o más bien cada vez más frecuentemente, El Bravo deja de llegar al mar.
De esta manera, el agua que en el yermo del oeste norteamericano no tiene uso, de manera parcial se usa en la aridez entre Sonora y Baja California, está costando a la productividad de esta región y amaga hasta el consumo humano en nuestras ciudades fronterizas.
En estos días de celebración, en el análisis se podría abundar en alternativas de solución.
El gran proyecto expuesto a nivel nacional por el Gobernador AMÉRICO VILLARREAL ANAYA, para llevar agua desde el río Pánuco hasta el Bravo, atravesando toda la geografía estatal, es una obra que aún rebasa a nuestros tiempos, en su viabilidad financiera, entre el universo de prioridades heredadas de los malos gobiernos del pasado.
Actualizar el tratado, reivindicando el espíritu original argüido, de cara a la realidad actual y venidera, influida por el cambio climático y hasta el ordenamiento de la cuenca, cancelando concesiones irregulares y tomas clandestinas, pareciendo soluciones igual pasan por una serie de circunstancias insalvables.
Empezando por la resistencia de los actores que verían en las medidas tales el cambio de privilegios particulares y la alteración de status quo domésticos.
En el aquí y ahora, además permea el perfil belicoso del titular del ejecutivo en el vecino país del norte, por quien se diría “no hagan olas”, pensando en la eventualidad de que use el tema del agua, para lanzar sus característicos amagos, en busca de otros réditos.
O que de plano, recargado en otros amagos, venga a pretender acabar de llevarse la poca agua que nos queda en las riberas del Bravo.
La guerra con la que hoy amaga a México, hablando de terrorismo, narcotráfico, fentanilo, la inició hace muchos años, armando y avituallando las bandas del crimen organizado, para combatir al pueblo y las autoridades mexicanas, cobrando no pocas vidas, haciendo pelear a mexicanos contra mexicanos.
En esto del agua todavía falta mucho por ver.
”Pobre México -decían-, tan alejado de Dios y tan cerca de los Estados Unidos”.
Diremos… y veremos… si Dios quiere.