POR José Inés Figueroa Vitela
Son tan predecibles… o lo que es lo mismo “el miedo no anda en burro”.
Aquí no hay acciones espontáneas.
La campaña de desinformación emprendida por el exgobernador de triste memoria, elevando insultos y descalificaciones contra MORENA y su gobierno, a partir de infundios y tergiversación de hechos, pretendía en primer lugar proclamarse como iguales.
“Son igual que nosotros”, quería decir, buscando un último recoveco por donde pudiera seguir prolongando los mantos de impunidad de los que se ha cubierto desde que en mala hora llegó, pasó y pretendió quedarse en el control de la administración pública tamaulipeca.
Torpes, estrechos y sin argumentos, más tardaron en gritar “¡al ladrón!”, en que la ciudadanía “les echara el guante”.
Las falsedades en sus señalamientos, pronto fueron advertidos por la opinión pública, que se volvió a mofar de su impericia y de nuevo elevó sus condenas clamando por justicia.
Justicia a todo el estado tamaulipeco, por el saqueo público indiscriminado en general y a los individuos que fueron sus víctimas en lo particular.
Frustrada la anticampaña cabecista, el siguiente paso, otra vez, fue el reciclamento de las lamentaciones y autoconmiseración, declarándose víctima de persecución política, con la típica dosis de falsedades.
Solo así se entendió su declaración de que la INTERPOL había cancelado la ficha roja internacional para su aprehensión, porque le consideran inocente de los cargos que se le imputaban.
Por supuesto, no hay persecuciones políticas cuando del ejercicio de la justicia se trata y los delitos en que se vio inmiscuido el tal FRANCISCO JAVIER “N”, están más que certificados en los más variados foros jurisdiccionales.
Un Tribunal Federal del Estado de México le extendió una órden de aprehensión, por la que en la Cámara de Diputados, abrió un procedimiento dictaminado en comisiones y votado “ha lugar” en pleno, para que se le retirara el fuero y fuera procesado judicialmente.
Evitó ser sacado de la gubernatura y metido a la cárcel, mediante el control del Congreso Local y la compra de conciencias en la judicatura federal, que le permitió terminar el ejercicio para el que fue electo, pero no pudo quitarle el mandamiento judicial.
Por eso tuvo que salir huyendo del país antes de concluir el sexenio, para evadirse del encierro penitenciario.
Desde su escondite, desde entonces ha estado intentando echar tierra a los procesos que tiene abiertos, sin lograrlo.
El año pasado se anunció la expedición de una nueva órden de aprehensión en su contra por delitos federales y en lo local, entre 800 carpetas de investigación abiertas por irregularidades en su gobierno, a cinco de sus excolaboradores ya le resultaron mandamientos judiciales.
Uno de ellos recién fue encarcelado.
El último de los jueces federales que vendió su conciencia, extendiéndole amparos hasta para participar como candidato a diputado federal por la vía plurinominal -en busca de más fuero-, fue cesado y sujeto a investigación del Consejo de la Judicatura, al advertirse su irregular y cómplice actuación.
Ya pronto habrá una nueva estructura judicial en lo federal y en lo local, con las elecciones de junio y entonces sí, no habrá poder humano que evite que los delincuentes del sexenio pasado paguen por sus faltas y restituyan a los tamaulipecos todo lo que le robaron.
Los cómplices del saqueó de los CABEZA DE VACA al erario estatal, por lo pronto, podrán seguir aguantando estoicamente a pagar en su cuerpo y en su vida, con las de sus familias, los pecados públicos que aquellos cometieron.
O declarar lo que en realidad pasó, fue del dominio público y nunca ha sido otra cosa que “la tajada mayor” se la llevó la “familia gubernamental”, dejándoles las migajas para poder inculparlos.
Ese es el mayor temor del ex: que los detenidos y procesados abran la boca y digan lo que en realidad pasó, antes de que se reúnan todas las pruebas que demuestran los delitos por ellos cometidos.
Los aspavientos con los que pretende enviarles el mensaje de que “todavía las puede” para amordazarlos cada vez están más debilitados.
Y son tantos, que ni la idea aquella de que todos quienes le han acompañado en sus fechorías, a lo largo de su vida, de lo qué hay constancia desde sus años mozos, han sufrido muertes violentas, parece pueda evitar que finalmente haya un sobreviviente que lo señale.
¿Parece cuento de terror?
La realidad -siempre se ha dicho y no pocas veces sucedido-, supera a la ficción.
Mira quien habla de delitos, persecución e inocencia.
Habrase visto.